jueves, 13 de mayo de 2010

El poder de la pancita, vende?


Días atrás visitaba una galería y caminando por unos de sus pasillos me choque con una tienda de peluches, estando allí, fije mi mirada en un grupo de muñecos, cuya característica principal era su delgadez. Aquellos sujetos de peluche y algodón miraban desde la esquina de la tienda, colgados, como un grupo de personas, señoritas ellas, elegían afanosamente entre un grupo de peluches al más tierno, para llevárselo consigo.

Me acerque un poco más, pues la emoción que las albergaba era muy interesante, muy intrigante además. Note que todos los peluches, entre los que se encontraban un perrito, tres ositos, un dinosaurio y un Winnie the Pooh, tenían algo en común que no tenía el muñeco flaco y desgarbado colgado en aquella esquina del stand: la pancita.

Entonces se me vino la pregunta a la mente, ¿No será que la característica principal que hace que las chicas se enamoren de estos peluches y dejen de lado al peluche flaco, es la pancita?, ¿No será que el hecho de tener a un muñequito gordito, ofrezca una sensación y estimulo diferente?, ¿Y si esto funciona tan bien en los peluches, podrá también funcionar en productos menos animados?, ¿en cualquier producto con forma parecida, en una gaseosa, en una lavadora o hasta en un chicle? Se me ocurre, total es mi cabeza y puedo pensar lo que se me antoje.

Antes que nada, quise cerciorarme de mi primer hipótesis, y simplemente consulte a la vendedora de la tienda que muñecos se vendían mas, los delgados o los gorditos. La respuesta fue alentadora para mi investigación, ella dijo “los peluches rechonchos salen mucho más, se venden más, los peluches de muñecos flacos también salen, pero poco, no traigo mucho de esto porque se que se me va a quedar, porque la pregunta?”

Hecha esta aclaración, ya podía dirigirme con mayor seguridad a la respuesta de dicha hipótesis: La pancita vende. Encontrémosle pancita a los productos y veamos la reacción de las personas.

En la tele encontramos a un muñeco Sapolio verde y rechonchito, por la calle me cruce con un banner que mostraba al muñeco Michelin de Goodyear, gordito también. Quien me podría negar que Winnie de Pooh, no es uno de los muñecos mas subjetivamente tiernos que existe en el mercado, y ni que decir del boom de ventas hace algunos años, Garfield. Quien no tiene una o varias amigas que cuentan con uno de estos gatitos naranjas.


Retomo el tema de los productos que es lo que más me interesa aclarar, lo que planteo es lo siguiente:

“Más que el muñeco en si, lo que atrae, estimula e impulsa a la elección de dicho peluche es su rechoncho cuerpecillo, dicho esto, me abalanzo a plantear que dicha “forma y figura” puede llevarse a otros objetos, nada animados, creando el mismo estimulo y persuadiendo a la elección del mismo”

Porque encontramos un chocolate llamado Bon o bon, cuya característica especial es su regordete figura, que coincide con su mensaje de amor. . La sensación que nos ofrece una “gordita” de Inca Kola o una gaseosa de 3 litros, gordita también, se percibe diferente a la de cualquier gaseosa mediana.

Saltamos a productos de la línea blanca y vemos como en Ripley o Plaza Vea las lavadoras y refrigeradoras se confunden con señoras gorditas con delantal blanco, pura coincidencia subjetiva… quizás, puede ser.




Puede ser que la sensación, claramente personal e intima, sea diferente en hombres y mujeres, en niños y adultos, en mujeres de oficina y del hogar, pero justamente eso es lo interesante; que, comprobada y aprobada la hipótesis, podría detectarse un público a quien dirigir este subliminal mensaje.

¿Lo gordito puede vender?, ¿Qué productos podría vender? y ¿a quienes podría estimular esta silueta convertida en mensaje?

Pongo la pregunta en la mesa, y comenzare a investigar más sobre ello, quizás pronto veamos más productos rechonchos en los pasillos de los supermercados.